Este domingo celebramos el Día de la Madre, una fecha que resalta la labor única y significativa de todas las mujeres que han optado por esta noble misión. Ser madre es mucho más que un título; es un compromiso de por vida, lleno de responsabilidades y sacrificios, donde se pone en favor de otro ser, su hijo o hija, para que crezca, se desarrolle y, con el tiempo, se convierta en un ser humano de bien, que te llene de orgullo.
En este camino, madre e hijo/a transitarán juntos por diversas etapas, enfrentando experiencias de vida que enriquecerán y fortalecerán a ambos. A través de este caminar, muchas veces descubrirás en ti misma fortalezas que no sabías que tenías. Serás su modelo a seguir, su refugio, su guía, y a través de tus acciones aprenderán lo que es el verdadero amor: estar dispuesto para el otro, aún en medio del cansancio y las dificultades de una vida llena de responsabilidades.
Las madres son las formadoras por excelencia. Su misión es grande, pues, en un mundo que a veces carece de valores, límites y normas, la madre es la principal responsable de enseñar a sus hijos/as a vivir con principios sólidos. Jamás una madre debe delegar ni descansar en otros la misión de formar. A diario, con el ejemplo enaltecedor, con ternura, pero también con límites claros, sin cansancio ni rendición, se forjan los valores que guiarán a esos niños hacia un futuro mejor.
El verdadero valor de una madre está en nunca olvidar esta gran misión: formar hombres y mujeres de bien, que, al crecer, aporten a una sociedad mejor. En su interior, los hijos llevan todo lo que su madre les ha enseñado a través del amor y el ejemplo cotidiano.
¡Feliz Día de la Madre! A todas las madres que, con amor y sacrificio, continúan construyendo el futuro de nuestros hijos y de nuestra sociedad.